LA PROFECÍA DEL DESTINO DE JESÚS SE CUMPLE
En elTemplo de Jerusalén, Simeón, un hombre justo y piadoso, sostenía en sus brazos al bebé Jesús, y lo miraba con ojos emocionados. Ana, una profetisa que había esperado durante mucho tiempo la llegada del Mesías, se acercó y empezó a alabar a Dios. Simeón reconocía en Jesús el Consolador de Israel, el Salvador que llevaría la luz a los gentiles y la gloria a Israel. Pero también vio el dolor que le esperaba a María, la madre de Jesús, y predijo que un cuchillo atravesaría su alma. Esta escena dramática revela la importancia de la fe y la obediencia en la vida de los creyentes.
La lección espiritual relevante hoy es que, como creyentes, debemos estar dispuestos a entregar nuestra vida a Dios, incluso si eso significa caminar por un camino de sufrimiento y dolor. Debemos confiar en que Dios tiene un plan para nuestras vidas, y que su objetivo es glorificar su nombre y cumplir con su propósito.
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